Por: Susana Hincapié (11°B)
Con el pasar de los días, me imagino que más de uno, como yo, se pregunta qué es lo que pasará una vez todo esto acabe. Cada día aparecen más y más noticias desmotivantes, cifras desgarradoras y avisos agobiantes. A diario perdemos la esperanza de salir de esta situación pronto y extrañamos cada vez más cosas tan cotidianas como lo era el llegar al Colegio, por más cansado y con sueño que uno estuviera, y conversar con todos los amigos. Me atrevo a asegurar que incluso aquellas personas a las que no les gustan los abrazos los extrañan enormemente, y que aquellos a quienes les desesperaba el ruido lo anhelan entre tanto silencio.
En medio de toda esta oscuridad, me puse en la tarea de buscar rayitos de luz, cosas buenas y esperanzadoras que suban el ánimo. Es gracias a esto que encontré demasiados proyectos positivos y muchísima gente dispuesta a tender la mano desinteresadamente a aquellos que lo necesitan. Me di cuenta de que las noticias buenas son más que las malas, aunque no lo parezca y aunque no se resalten, y que el brillo que traen no puede ser suprimido por más que se intente.
Creo que en medio de tanto caos, por fin estamos recordando que las personas no nacemos egoístas, avaras ni malas, como siempre escuchamos, sino generosas, tolerantes y comprensivas. Estamos olvidando toda la envidia, el rencor y la soberbia, y cambiamos para más ser conscientes, respetuosos y agradecidos. Como pocas veces en la historia y por primera vez en décadas, el mundo entero está unido por un mismo fin y contra un mismo enemigo, tan pequeñito e invisible que en un principio pareció insignificante, pero que es de armas tomar y que lastimosamente está acabando no solo con la vida de muchos, sino también con el futuro de otros. A pesar de la coyuntura tan alarmante que estamos viviendo, más que nunca somos uno solo y precisamente por eso saldremos adelante más pronto de lo que esperamos.
Es normal que sintamos desconcierto y desespero, que extrañemos amigos, salidas, familia y hasta al Colegio, y que sintamos rabia y tristeza por tantas cosas planeadas y esperadas que no se dieron. Pero creo, por más repetitivo que suene, que lo que está pasando es una oportunidad. Una oportunidad de ser mejores, más comprensivos, solidarios, y de darnos cuenta de que lo más importante no es lo material, de que tenerlo todo ahora no sirve de nada y de que, como dice en El Principito, “lo esencial es invisible a los ojos”. Solo espero que cuando volvamos a la ‘normalidad’ seamos todos una nueva raza; una raza más humana, que abrace más fuerte, ame más intensamente y le dé a la vida el valor que tiene.
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