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La indiferencia

Actualizado: 28 may 2020

Por: Antonia Jiménez (12°B)

La indiferencia es una actitud que se caracteriza por una ausencia total de rechazo o agrado hacia una persona, objeto o circunstancia. Al escuchar tantas atrocidades que ha hecho la humanidad, una pregunta siempre se queda en mi cabeza: ¿Qué es lo peor que podría hacer alguien? La verdad no había querido admitir la respuesta, porque puede que yo haga parte de ella, como muchos de ustedes o tal vez todos. La respuesta es ser indiferentes a lo que pasa a nuestro alrededor.

Hace más de 70 años, seis millones de judíos fueron asesinados por el régimen de Hitler. Puede que piensen que esto pasó en secreto, pero no; muchos países sabían de la existencia de aquellos campos que tenían como fin el exterminio de seres humanos. Familias enteras veían cómo otras eran llevadas a sus muertes solo por ser de una religión diferente. Esas familias se quedaron calladas. Esos gobernantes prefirieron no entrometerse. Incluso el Pentágono decidió no mover un dedo mientras millones de personas morían. Y cuando el mundo se dio cuenta de lo que pasaba, reaccionó con sorpresa, terror e impotencia. Que volviera a ocurrir parecía imposible.

Pero volvió a pasar. Hace no más de 45 años, Los Jemeres Rojos fueron el partido político que gobernó Camboya entre 1975 y 1979, y su líder declaró a los habitantes de las urbes como enemigos del Estado. La población de Camboya era de más de siete millones, y después de esto bajó a cinco millones. Y, como ya adivinaron, nadie hizo nada para impedirlo. Para dar más ejemplos ni siquiera tengo que ir a lo grande; la indiferencia hace que vidas se pierdan todos los días. En Estados Unidos, hace poco, Gabriel, un niño de tan solo ocho años, murió a manos de su mamá y su padrastro, que lo torturaron hasta matarlo a golpes. La gente sabía que él estaba siendo maltratado hacía meses, pues llegaba al colegio con morados y cortadas, pero, ¿qué hicieron? Siguieron con sus vidas, y el pequeño Gabriel perdió la suya.

La indiferencia de cada uno de nosotros es increíble. Pedimos donaciones para los necesitados en nuestras redes sociales y nos sentimos bien con nosotros mismos, como si nos hiciera mejores que el resto. Pero si un habitante de calle nos pide plata para alimentar a su familia, lo primero que hacemos es decirle que no tenemos nada y cerrar la ventana. ¿Qué clase de gente somos? Somos los que no hacen nada y eso es para mí lo peor que podemos ser. Porque una cosa es ser el agresor, pero otra cosa es ver el maltrato, no hacer nada y aun así sentirse bien con uno mismo, como si nada hubiera pasado.

La indiferencia quiere decir “no diferencia”, un estado raro y antinatural en el que las palabras “crueldad” y “compasión” tienen el mismo significado. La indiferencia es la triste actualidad de nuestro mundo, en el que las personas no sienten remordimiento alguno. Salen a comer, ven la tele, viven “normal”, van a algún asado familiar, cuando el mundo del que se esconden es un caos completo. La indiferencia hace que los humanos, al ver algo tan atroz y no hacer nada, se vuelvan más inhumanos que el mismo perpetrador.

La rabia, el dolor y el resentimiento serían algunas respuestas consideradas “sanas”, pues por lo menos pelearían contra la bestialidad, la denunciarían. La indiferencia ni siquiera es una respuesta, es el final de lo que está sucediendo, un atroz final. Entonces intentemos por lo menos dar una respuesta a lo que está pasando, hablar, dejar esa costumbre tan desagradable que tenemos de quedarnos callados, y por lo menos empezar a ser más sensibles que esos de los que tan mal hablamos sin saber. Porque eso es lo que estamos siendo: personas duras y frías, que piensan siempre en la comodidad propia y rara vez en la ajena, siempre en lo superficial, en el qué dirán, y nunca en lo que es verdaderamente humano.


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