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Un buen capítulo

Actualizado: 28 may 2020

Por: Carolina Giraldo (12°B) y equipo periodístico de El Espejo


Recibir la dirección de El Espejo fue como empezar a bailar salsa en la mitad de la canción. Al principio no entendíamos muy bien para dónde teníamos que ir, ni mucho menos cómo. Pero lentamente, aprendimos, tanteando medio a ciegas, pensando siempre en la importancia de que El Espejo estuviera allí para el que lo necesitara, fuera para desahogar sus penas en un poema desesperado, denunciar la insuficiencia de la sociedad colombiana o filosofar sobre el amor y la muerte. Sin importar la ayuda que nos proporcionaran, los seis teníamos que estar presentes, sin mediocridad ni descuido, para conversar con los integrantes del periódico, ayudarlos a madurar su idea y aterrizarla en un papel, corregir sus errores, acompañarlos en su proceso como escritores y presentar sus ideas al resto del Colegio. Para nosotros era indispensable que El Espejo se mantuviera fiel a los pensamientos de los alumnos, o al menos a su intención de expresarlos.


Hoy, les dejamos este periódico al que hemos amado apasionadamente, para que lo amen también ustedes y actúen de acuerdo con eso. Aliméntenlo. Úsenlo para lo que está hecho. Sepan siempre que sus pensamientos son valiosos; no los dejen borrarse con el paso de los años. Pónganlos en papel, porque la tinta dura más que la memoria. Y aunque no seamos nosotros seis quienes reciban sus ideas, El Espejo las acogerá. Siempre tendrán, en este periódico y en sus líderes, una guía alegre, dispuesta a ayudarlos, leerlos, corregirlos y reflejarlos.


Estudiantes del Colegio Cumbres, El Espejo no es solo responsabilidad de los líderes que vienen; es suya también. Como escritores, como lectores y como alumnos deben hacerlo progresar. Queremos recibir sus sugerencias, saber qué opinan, que nos critiquen y nos ayuden a crecer. La literatura tiene un valor difícil de apreciar, especialmente hoy en día; reconózcanlo y presérvenlo a través de El Espejo, porque merece su atención, su tiempo y su cuidado.


Como dijo un autor alguna vez, “una página en blanco es como Dios nos muestra lo difícil que es ser Dios”. Efectivamente, enfrentarse a una página vacía es plantarse ante un abismo oscuro. Y coger un lápiz es saltar, saltar sin saber bien para dónde vas, sin saber qué te espera, sin saber si vas a morir o a volar. Al final, recibir El Espejo también fue enfrentarse a una página. Pero, menos mal, esta no estaba en blanco. Otros líderes ya habían escrito en ella, dejando sus enseñanzas y evoluciones. A nosotros solo nos tocó continuar la historia; confío en que haya sido un buen capítulo.



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