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Una historia diferente

Actualizado: 28 may 2020

Por: Samuel Araque (10°B)

Esta es una historia diferente. Un cuento de hadas, dirían algunos escépticos. Una historia que habla de la temible situación que tuvo que pasar el reino más grande que ha visto la historia. Una guerra peligrosa, una rebeldía ante un rey tirano y estrafalario, un rey que separó un pueblo para combatir un enemigo común.

Se dice que esta monarquía era liderada por un ser malvado; un mago, cuentan algunos, un ente apocalíptico, lo llamaban otros. Tenía muchos nombres, pero solo tenía una cara, Sin embargo, al día de hoy se sabe poco de su aspecto. Los mitos urbanos cuentan que su rostro era un círculo perfecto, y su piel aceitunada causaba revuelo en la sala del trono, pero nunca nadie se atrevió a comentar de tal detalle. Era escasa la información sobre él y son pocos los que habrían tenido un encuentro con él sin haber terminado muertos.

Era un día de enero cuando la guerra explotó. Pocos eran los creyentes en que tal evento escalaría a semejante situación, pero aquellos que se mostraban fieles a la causa luchaban para eliminar de la faz de la tierra a este personaje. El rey se estremeció al saber la noticia y ordenó que alrededor del mundo se formara de manera progresiva y silenciosa un régimen firme e inalterable. No fue hasta marzo de ese mismo año que todo el pueblo se enteró de que los rebeldes tenían decenas de razones justificables para haber empezado la guerra, y de igual manera, el reino entero entró en escena.

Este pueblo no era como cualquier otro; su gente era diversa y las ideologías, aunque hubieran sido especialmente suprimidas por la corona, eran numerosas. No todos se adherían a la misma idea de combate y, poco a poco, empezaron a aparecer toda clase de soluciones. Los frentes de combate eran una catástrofe, los soldados rebeldes, identificados por el color blanco de sus armaduras, combatían de manera caótica las batallas y el enemigo común tenía poderes nunca antes vistos en el reino; eran casi que imperceptibles y estaban equipados con toda clase de trucos de magia negra que el rey les habría ofrecido para su defensa.

El pueblo, impresionado por tales maneras de combate, acudió improvisadamente a desarrollar armas que en la práctica fueron completamente inservibles contra el enemigo. Hubo aquellos que decían tener un escudo protector que les permitía por medio de la humildad inhabilitar las fuerzas reales, o aquellos que decían que, con amor, el rey se arrepentiría de su comportamiento y terminaría por transformarse en un ser bondadoso. También estaban aquellos que decían que lo más eficaz para resistir las fuerzas enemigas eran dosis de desinfectantes para amparar a todas aquellas almas manchadas con magia negra, o que fuertes rayos de luz harían que sus enemigos se desvanecieran ante el aumento de temperatura. Así mismo, estaban aquellos cautelosos que preferían encerrarse en sus pequeños feudos, prevenir que la guerra pasara sus puertas y solo esperar a que los tiempos cambiaran. Esta decisión resultó efectiva en algunos lugares. Sin embargo, no todos resultarían tener el mismo destino de paz. La guerra igualmente encontró lugar en algunas cuantas comunidades y las destruyó sin dejar rastro.

Después de unos meses del estallido de esta guerra, la economía también cayó en manos de la desgracia y todos aquellos personajes que velaron por su manutención y se habían mostrado escépticos a tal guerra, encontraron un mismo destino.

Y así fue como poco a poco la humanidad empezó encontrando su fin, con propuestas que parecían eficaces en el papel, pero descabelladas en la práctica; los caballeros que decidieron consumir desinfectante terminaron con cólicos y sin poder luchar, aquellos que decían combatir con humildad terminaron mintiéndose a sí mismos, los que amaron con esperanzas de un final feliz, terminaron encontrándose con la muerte, y la luz era una idea que solo iluminó las cabezas de unos simples curiosos.

Los únicos sobrevivientes fueron los pueblos prevenidos y pacíficos que, a la vez, tuvieron suerte de no encontrase con la guerra y aun así terminaron en una crisis económica que, aunque los dejó vivos, los hundió en la ruina total. Esta, aunque es una historia diferente, es una historia real, una historia de un reino, un reino gobernado por la corona de un monarca llamado Coronavirus.



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