top of page

A una tarjeta de la gloria

Actualizado: 20 abr 2020

Por: Kareem Daher (12°B)


Luego del gran anuncio de la Cumbres International Cup, se podía percibir la expectativa de todos. Se sentía la emoción, y la espera se hacía cada vez más corta. Esperábamos disputar una copa con delegaciones de todo el mundo, y así habría sido si no fuera por el paro nacional. Tristemente, el gran evento coincidió con el paro llevado a cabo por diferentes gremios del país a principios de este año, y muchas delegaciones decidieron participar en otra ocasión y esperar a que la situación pasase. De igual manera, la Copa se llevaría a cabo.

Al fin, luego de tanta espera, comenzó la Copa. Nuestro grupo, fútbol juvenil, tenía rivales complicados: Bilingüe de Santa Marta, Montessori y Montemayor. Al entrar a la cancha, no se sabe qué sentir, pensar, decir, y, a veces, si los nervios te hacen una mala jugada, ni siquiera se sabe qué hacer. Personalmente, cuando yo juego, pongo mi mente en blanco y aíslo todo aquello que no me aporte dentro de la cancha. Así, salgo cada partido focalizado (como Faustino), sabiendo lo que voy a hacer, sin distracciones y con muchos menos nervios de los que tendría si no me concentrara solo en el juego. La Copa no fue la excepción. En todos y cada uno de los partidos, entré a la cancha con toda la moral, aunque un poco asustado por lo que la CIC representaba para mí, pero más importante aún, para todo el Colegio.


Los dos primeros partidos fueron un poco complicados, por la falta de conocimiento del rival y de cómo jugaban. Afortunadamente… no, la verdad no fue un tema de fortuna. Gracias al arduo trabajo de los once jugadores presentes en la cancha, del técnico, de la hinchada y de los suplentes, pudimos ganarlos sin preocupaciones. Empezó a tomar fuerza la esperanza de obtener la tan anhelada copa. Nuestro dolor de cabeza empezó cuando jugamos contra el Montessori. Sabíamos que eran complicados y que tenían jugadores claves. A medida que se desarrollaba el partido, se creaba una atmosfera de tensión; y era de esperarse, pues la historia, los choques, las palabras y lo que estaba en juego (la clasificación prácticamente asegurada) le calientan la cabeza a cualquiera, y mucho más a veintidós jugadores buscando llevarse a casa una copa que llevaba meses creando expectativa en todo Medellín.


Al final del primer tiempo, tuve que salir al recibir una patada, y todos sabemos que no hay nada más difícil que querer hacer algo para ayudar y no poder hacerlo. Se nos complicaba el partido, íbamos perdiendo, repletos de amarillas. Encima, un jugador había sido expulsado por un comportamiento bastante dudoso de parte del juez, que arbitrariamente y por capricho tomó esa decisión. Fueron más o menos cincuenta minutos de desespero e impotencia total.


Finalmente, perdimos el partido. Frustrados, llegamos a la charla técnica, donde nos dimos cuenta de que había una pequeña posibilidad de salir campeones, y nuestra esperanza quedó intacta. Así pues, jugamos nuestro partido intergrupal con toda la actitud, dimos todo lo que teníamos (aunque no fuera mucho tras jugar tres días seguidos) y ganamos. Solo faltaba esperar el resultado del Montessori. Perdían, resultado que nos daría el cupo a la final, pero aún quedaba un inconveniente: las amarillas. La única manera de pasar era que al Montessori le sacaran dos tarjetas. Inteligentemente, el equipo se cuidó y aseguró su paso a la final.


Al final, aunque no hayamos podido “dar la vuelta”, nos llevamos una experiencia muy bonita, compartimos en equipo e hicimos lo que más nos gusta, o por lo menos lo que más me gusta a mí: jugar fútbol.

Foto tomada por Andrea Cadavid (12°B) durante la Cumbres International Cup

Comments


bottom of page